Apariencias
que luego se esfuman… coincidencias que escapan a su antojo… un pasado erróneo y
un futuro prometedor.
A
veces una capa superficial es impuesta sobre nosotros para evitar nuestro
propio ser, nos pintamos como queremos ser en verdad, dejando atrás la
apariencia de las cosas, nuestro propio YO.
Nunca
mostramos nuestro interior, sentimos miedo de cómo nos puedan juzgar los demás,
dejando ver un ser que agrade a todos los demás y mintiéndonos a nosotros
mismos.
A
todo le damos dobles sentidos, blanco o negro, rosa o azul, bueno o malo, niño
o niña, nunca queremos ver las cosas con medias tintas, o estamos en un extremo
o estamos en otro, sin pensar a veces que lo más sencillo sería aceptar las
cosas tal y como se nos presentan, sin extremismos y sin medias tintas.
El
cuerpo no es más que un soporte, una máscara, un engaño, la capa más
superficial que mostramos de nosotros mismos.
La
mentira más grande y más carnal que solo nos sirve para gozar de un sentido más
como es nuestro propio tacto, tacto que visto de esta manera, nos engaña a
nosotros y engañamos a los demás ya que todo es una mentira al no mostrar
nuestro propio interior, interior de mentiras que nunca saldrán a la luz salvo
para algunos pocos, y en ocasiones ni para nosotros mismos.
Marcos Javier Rodríguez Luque. (Fotografía realizada por Marcos Javier Rodríguez Luque.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario