Nuestra
sociedad, el mundo que nos rodea, grandes edificaciones, avances tecnológicos,
maquinas diseñadas para realizar nuestros trabajos… A veces pienso que algún
día el mundo “se nos caerá encima”, estamos continuamente produciendo,
innovando, creando, todo para conseguir una vida más fácil, sin apenas
complicaciones, hoy en día ya son pocas las cosas que no pueda realizar una máquina.
Posiblemente
y en un futuro no muy lejano, nos daremos cuenta que nos estamos
autodestruyendo a nosotros mismos. Ese momento en el que un aparato con inteligencia pueda
desarrollar cualquier tipo de ocupación, haciéndolo de una manera más
profesional y eficaz que un ser humano, ya que están programados y diseñados
exclusivamente para realizar dicha tarea.
El ser humano corre el peligro de convertirse en algo inútil
para la sociedad, y el problema más grave de todo esto, es que quien lo hace
inútil es él mismo.
Construimos a un ritmo muy acelerado, ocupando todas las
zonas vírgenes de tierra existentes, olvidando a veces que en esos lugares se
desarrolla vida o simplemente no dándole la más mínima importancia, ya que el
ser humano la gran mayoría de las veces es como un animal, no piensa sino que
actúa.
«El hombre es un lobo
para el hombre.»
Thomas Hobbes.
En
definitiva, esto es algo con lo que nadie ni nada podrá acabar nunca por el
simple hecho de que vivimos de ello, aunque suene muy triste nuestra vida se
centra en producir para consumir lo que uno mismo u otros han producido,
dándole más importancia a ganar dinero y éxito en la vida, antes que disfrutar
de “la libertad” de ser uno mismo, sin prejuicio alguno y aprovechar cada
oportunidad o pequeño detalle que se nos presente en la vida.
Javier
Almazán Martín
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