Aprovechando que parece que este mes se va a estrenar la adaptación cinematográfica de En el camino (obra de Jack Kerouac), de la mano de Walter Salles, he decidido hablar de esta obra de culto de la Generación Beat.
Para contextualizar, la Generación Beat está formada por un grupo de jóvenes escritores, que ya desde mediados de los 40 comienzan su producción literaria, sin embargo, no será hasta los años 50 cuando alcancen su máximo apogeo. La Generación Beat se caracteriza por el desencanto hacia la sociedad conservadora estadounidense, hablando sin tapujos sobre temas como el sexo o las drogas, y teniendo una gran afinidad con el jazz o con la cultura oriental (el propio Kerouac incluye haikus en su producción).
No recuerdo como descubrí a esta generación, pero sí recuerdo que el primer libro que leí fue Los chicos salvajes (1971), de William Burroughs. Fui devorando libro tras libro, hasta que me topé con En el camino (1957). Ésta, junto con Aullido (1956) de Ginsberg y El almuerzo desnudo (1959) de Burroughs, son los tres pilares más importantes de esta Generación (pero por supuesto no hay que desprestigiar a otros autores que también formaban parte de ésta).
En el camino narra un viaje entre EEUU y México. La obra está protagonizada por personajes y vivencias reales. Aparecen personajes como el propio Kerouac, Neal Cassady-el hipster por excelencia, NO confundir con los que se llaman “hipsters” ahora-, Allen Ginsberg o William Burroughs, todos ellos bajo pseudónimos.
Por supuesto, no solo cuenta un viaje físico, sino también un viaje mental, en el que los personajes van experimentando cambios y buscando su lugar en el mundo, todo ello aderezado con jazz y con la prosa poética. El libro, que explica con todo lujo de detalles los escenarios, incidencias y viajes, te permite realmente salir por un momento de tu habitación y viajar por la ya más que conocida Ruta 66.
Es una obra (que junto con otras de Kerouac) ha servido de inspiración para las roadmovies. Por tanto, en principio, parece que pudiera ser una novela fácil de adaptar al cine. Sin embargo, no es una obra 100% visual. Los cambios que experimentan espiritualmente o las vivencias producidas por las drogas, conforman ciertos pasajes que pueden resultar más abstractos. Pero, En el camino, a pesar de esos pasajes, es quizá una de las obras más “light” de esta generación. Es decir, aunque no tenga una estructura clásica, no supone la misma dificultad de lectura que puede conformar El almuerzo desnudo, con todos sus viajes por las drogas, o que las metáforas y alucinaciones del peyote de Aullido. Además, la manera de escribir de Kerouac hace que sea una obra de ágil lectura.
Muchos han criticado que En el camino no ha envejecido bien. No estoy de acuerdo. Creo que todavía sigue habiendo ansias de libertad, de vivir, de experimentar, y de esa pasión es de la que nos habla la novela.
A todo aquel que le guste viajar, pero que no disponga de recursos, puede realizar un verdadero viaje mental gracias a esta novela. Y si tienes dinero para viajar, te la lees igual y te haces el mismo viaje, que tiene que estar entretenido.
Ana Algarín López
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