Si alguna vez tuviese dinero tendría claro que no lo
gastaría en mansiones kilométricas, ni en yates lujosos, ni en lamborghini’s
murciélago, no. Aunque bueno, si me sobra mucho, quizás sí. Pero lo que
realmente desearía en la vida es viajar y conocer culturas, ver exposiciones de
todos los rincones del mundo y escuchar música de mis grupos favoritos por
todas las ciudades a donde vayan. Creo que no hay experiencias más emocionantes
que un concierto, o que ver esas obras de grandísimos artistas frente a frente,
con su aura intacta, vaya postureo.
He tenido la suerte de viajar mucho y la verdad estoy
realmente agradecido. Cuando sales fuera y entras a museos de Turquía, de
Túnez, o de la mismísima Cuba; ves exposiciones y los propios barracones del
Holocausto nazi en Berlín o Viena, ahí es, cuando te encuentras frente a
frente, cuando te pones en la piel del que antes estuvo allí, ya fuese un judío
o ya fuese uno de los mejores pintores de toda la historia. Ahí es cuando un
escalofrío te recorre el cuerpo, cuando disfrutas o te entristeces, cuando
llega a tu cuerpo eso que denominan sentir, o emociones, o vivencias, o
experiencias, vivir. Y es la esencia de la vida, sentir. Disfrutar, llorar, reír...
¿Tendría la vida sentido sin emociones? Sería una vida muerta, y eso de vida
tendría poco.
Pero la verdad es que para sentir no hay que irse tan lejos,
aunque lo recomiendo a todo aquel que pueda, pero por ejemplo una de las
experiencias que mejor recuerdo es en Málaga, en un pequeño pueblo situado
entre Marbella y Coín al que todos llaman Ojén. En él se celebra todos los
veranos un pequeño festival de música, con dos escenarios y una fiesta
constante. Calles abarrotadas de gente tapeando, bebiendo y riendo. Mucha
música, y para nada mala, muchos saltos y locura en el Ojeando. A todo aquel
que le guste que reserve los primeros días de Julio y ponga rumbo a este
pueblo. Aunque para la vuelta, os recomiendo dormir en el coche o un hotel para
no acabar a las 5 de la mañana bajando desde lo alto del monte con la carretera
a oscuras y mil curvas endemoniadas. Pero bueno, si no mueres, merece la pena,
y mucho. Hacen un concurso para grupos malagueños a los que dan la posibilidad
de actuar en el propio festival, dándose a conocer. Traen a gente de renombre
nacional en el ámbito indie-rock, aseguran diversión, empatizan contigo y ¡te
traes a casa la pulsera del festival! Y todo esto sin salir de casa, más bien
dicho de Málaga, porque como no tengas casa en Ojén, tendrás que salir de ella
y moverte mucho. Aún no han confirmado el cartel de este año 2013 pero sin duda
viendo la experiencia del año pasado, y el precio que cuesta, a la mínima que
haya un grupo que no me disgusta allí estaré el primero.
Guillermo del Castillo Amaya
Guillermo del Castillo Amaya
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