En
Mad men no hay zombis, no hay
náufragos, no hay crímenes que investigar, no hay siete reinos... Mad men es un retrato de la Nueva York
de los años sesenta a través del mundo de la publicidad. Aunque en realidad va
más allá de la publicidad, pues nos muestra las relaciones entre los creativos
publicitarios que trabajan en Sterling Cooper y sus mujeres, a las que solo ven
a la vuelta del trabajo (si es que vuelven del trabajo).
Si
tuviera que responder a la pregunta ¿qué es Mad
men?, respondería que Mad men son
sus personajes. Más allá de las dotes interpretativas de uno u otro, la serie
nos da a conocer una gran cantidad de personajes. El caso de Don Draper (Jon
Hamm, protagonista de la serie) podría ser objeto de estudio, pues se nos
presenta un creativo publicitario indispensable para la agencia en la que
trabaja, casado y padre de dos hijos (hasta aquí todo bien), que según avanza
la serie nos vamos dando cuenta de que realmente, y a pesar de ser muy bueno en
su profesión, es un cabrón. Aun así, el espectador suele conectar con él, apreciar
lo que hace por la agencia y sentir pena cuando sufre una desgracia o cualquier
otro suceso que altere el curso natural de su vida.
Mad men no solo es Don Draper, es Peggy Olsson (Elisabeth
Moss), es Pete Campbell (Vincent Kartheiser), es Joan Harris (Christina
Hendricks)... y algunos más que me dejo en el tintero. Esta última, Joan (o
Mrs. Halloway), me parece un personaje brutal, aparte de ser una de las mujeres
(en mi opinión) más atractivas de este planeta, ya lo demostró también en Drive (Nicholas Winding Refn, 2011). Es
un personaje que representa la astucia femenina de la época. Es la jefa de las
secretarias y parece controlar la agencia incluso más que Roger Sterling y
Bertram Cooper (propietarios).
Esta
mezcla de personajes con perfiles tan distintos son los que dan pie a esos
diálogos tan buenos, algunos irónicos, otros sentenciadores, pero al fin y al
cabo una conjunción entre personajes, diálogos, estética, ambientación,
atmósfera... que hacen de Mad men una
serie realmente especial y atractiva para ese sector del público que no demanda
disparos y muertes gratuitas en cada episodio. Una de las consecuencias que
tiene esto último, es el hecho de que quizás no sea tan fácil encontrar
espectadores jóvenes de la serie, puesto que los adultos aprecian más este tipo
de producción televisiva (mucho más aquellos que han vivido la época que se nos
muestra).
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