domingo, 31 de marzo de 2013

No viví los sesenta

Siguiendo el ejemplo de algunos de mis compañeros y viendo que hablar de Splash y de lo mala que es la televisión en este país son temas un poco machacados, yo también voy a hablar de una serie, en este caso de Mad men, emitida en E.E.U.U. por AMC y en España por Canal+ (que en breve emitirá la sexta temporada).
En Mad men no hay zombis, no hay náufragos, no hay crímenes que investigar, no hay siete reinos... Mad men es un retrato de la Nueva York de los años sesenta a través del mundo de la publicidad. Aunque en realidad va más allá de la publicidad, pues nos muestra las relaciones entre los creativos publicitarios que trabajan en Sterling Cooper y sus mujeres, a las que solo ven a la vuelta del trabajo (si es que vuelven del trabajo).

Si tuviera que responder a la pregunta ¿qué es Mad men?, respondería que Mad men son sus personajes. Más allá de las dotes interpretativas de uno u otro, la serie nos da a conocer una gran cantidad de personajes. El caso de Don Draper (Jon Hamm, protagonista de la serie) podría ser objeto de estudio, pues se nos presenta un creativo publicitario indispensable para la agencia en la que trabaja, casado y padre de dos hijos (hasta aquí todo bien), que según avanza la serie nos vamos dando cuenta de que realmente, y a pesar de ser muy bueno en su profesión, es un cabrón. Aun así, el espectador suele conectar con él, apreciar lo que hace por la agencia y sentir pena cuando sufre una desgracia o cualquier otro suceso que altere el curso natural de su vida.
Mad men no solo es Don Draper, es Peggy Olsson (Elisabeth Moss), es Pete Campbell (Vincent Kartheiser), es Joan Harris (Christina Hendricks)... y algunos más que me dejo en el tintero. Esta última, Joan (o Mrs. Halloway), me parece un personaje brutal, aparte de ser una de las mujeres (en mi opinión) más atractivas de este planeta, ya lo demostró también en Drive (Nicholas Winding Refn, 2011). Es un personaje que representa la astucia femenina de la época. Es la jefa de las secretarias y parece controlar la agencia incluso más que Roger Sterling y Bertram Cooper (propietarios).


Esta mezcla de personajes con perfiles tan distintos son los que dan pie a esos diálogos tan buenos, algunos irónicos, otros sentenciadores, pero al fin y al cabo una conjunción entre personajes, diálogos, estética, ambientación, atmósfera... que hacen de Mad men una serie realmente especial y atractiva para ese sector del público que no demanda disparos y muertes gratuitas en cada episodio. Una de las consecuencias que tiene esto último, es el hecho de que quizás no sea tan fácil encontrar espectadores jóvenes de la serie, puesto que los adultos aprecian más este tipo de producción televisiva (mucho más aquellos que han vivido la época que se nos muestra).

Francisco Javier Villalta Soler.

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