lunes, 1 de abril de 2013

Máma, que la hija del carnicero esta en la tele.

El otro día leí una entrada en el blog de Ángel Martín que me mató, metafóricamente hablando, obvio, de la risa. Pero a su vez no podía creer la increíble razón que tiene este hombre diciendo esas finas palabras.
En su entrada, hablaba de lo que precisamente yo quiero criticar en la mía: jóvenes que van a la televisión a buscar pareja.
Pero en especial, hay un programa que lo hace con sus madres de por medio. Me refiero a ¿Quién quiere casarse con mi hijo?. No sé si me sorprende o no. Me da pena que no nos sorprenda, porque eso significa que estamos acostumbrados a la mierda que nos come y, a su vez, me da pena que me sorprenda, porque significaría que me estoy quedando gilipollas de la cabeza, y no veo lo que me rodea.

En su blog, Ángel Martín califica a éstas personas como gente que sale por la tele para gritarle al mundo que tiene una TARA. Dios, es justo la palabra que tanto tiempo llevo buscando para definir a ese tipo de seres y no encontraba, porque decir retraso queda bastante típico y está muy utilizado. Esa es perfecta y totalmente cierta. Tienen una tara, una rotura en alguna parte de su persona. Pero cómo no la van a tener, si la madre va con ellos. Lo raro sería que el niño/la niña saliera normal.

<<‘Siempre me ha fascinado la gente que sale por la tele a gritarle al mundo:
“¡¡Tengo una tara!!”
Si lo hicieran por la radio me parecería menos grave.
En la radio no le pones cara a la persona que grita eso pero al hacerlo por la tele es:
“¡¡Tengo una tara!! ¡¡Quédate con mi cara por si nos encontramos por ahí!!”
Y está claro que si vas a buscar pareja a la tele es porque tienes una tara.>>            Ángel Martín.                                                                                         
No hace falta llegar a verlos por la televisión para saber quien tiene la tara y quien no. Tienen unos rasgos perfectamente diferenciales –por aquí por Málaga son fáciles de encontrar, aunque no sé quien dice que sus orígenes están en los tetes y tetas de Valencia-. Y bien esos rasgos son, para ellas, extensiones, pelo rubio oxigenado, tetas, tatuajes de flores silvestres extrañas, tetas, ropa muy pegada, tetas y tenacillas marcadas y bien hechas –lo peor es que esta descripción también es válida para las madres. En ellos, suele destacar la cabeza rapada, la depilación corporal, los pinchazos de wistron -que es lo que les causa la alopecia capilar a la que llaman ‘‘raparse’’-, por consiguiente los músculos hinchados, tatuajes de ‘amor de madre’, camisetas con las que se les vea el pechito y la alimentación variada en pollo y arroz.
Si ves a alguien que se corresponda con estas características, ya sabes cual es su meta en la vida. Hombre, tampoco quiero generalizar, pero generalizo.








Patricia Carrillo Fernández

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