El frío caló mi cálida carne abrigando mis huesos desprotegidos.
Desciendo
a ciegas y siento cada vez más el ligero abrazo que me brinda el gélido frio
que inunda la estancia. Un ligero croar de ranas y algún piar de pájaro extraviado
completan la puesta en escena. Una estancia cuadrada de negras paredes; en el
centro, un círculo marcado por tiza blanca dibuja el escenario de a pie. Dentro
del mismo tres “muñequitas de trapo”, inmóviles iluminadas por un foco superior
cual rayo de cálida luz.
Poco
a poco cobran vida con pequeños impulsos nerviosos manifestados por las
diversas partes del cuerpo, como si de muñecas de cuerda ya viejas y
estropeadas se tratase. Abren sus grandes ojos a la par que se levantan y
comienzan a entonar una pegadiza canción infantil. Sus rostros inmóviles causan
expectación a un público sosegado pero tenso, que no solo es espectador sino
que además es partícipe del juego teatral.
Una
música (cuyo creador es Pablo Guarino) siniestra y burtoniana, de agradables
notas ambienta la obra, al contrario que las inesperadas habladurías de los
cuervos que llegaban sin avisar, provocando algún que otro sobresalto entre los
espectadores; cada vez más confusos por la trama expuesta.
Un
público activo tanto físico como mental.
Una
interpretación perfectamente estudiada, psíquica y de importante escucha, una
magnífica interpretación supervisada por su director y dramaturgo Jamp Palô.
Las
interpretaciones a cargo de Cristina Jiménez, Ester J. Yorno y Pepi Trinidad
tienen un laborioso trabajo y estudio. Sus rostros conectaban con el público,
sus sentimientos y sus visiones eran compartidos con los espectadores que se
apiadan de las pobres muñecas ya hace tiempo estropeadas y olvidadas.
El
juego de luces (a cargo de la técnica de iluminación Virginia Rodríguez
Laguna), junto con la música, son los complementos perfectos para la
ambientación de la obra, sin necesidad de escenografía; la imaginación de los
espectadores con la ayuda de las interpretaciones hace el resto.
Una
continua danza y juego infantil abrigan las acciones interpretativas, siendo el
vestuario diseñado por Jon Jiménez, el perfecto acompañante de la música, la
diversión y el tierno baile de las pequeñas muñecas.
Apiado
y tristeza viajan de la mano entre los espectadores al ver las diversas muertes
de las niñas, quedando en su recuerdo los lloros y advertencias de sus madres “Tienes que tomarte la medicina”
El
conjunto de esta obra teatral es recogida y captada a manos de su diseñadora de
cartel y fotógrafa Macarena Molina de Manuel.
Una
pieza teatral (llevada a cabo por la compañía Duermevela) que forma parte de
una trilogía: “Muñequitas de trapo: Visita al cementerio”, “Muñequitas de
trapo: tres historias a tumba abierta” y la tercera pieza “Muñequitas de trapo:
panteón”.
Rogamos
una oración en nombre de Cristina Jiménez, Ester J, Yorno y Pepi Trinidad. Que
dios se apiada de sus almas. Que descansen en paz.
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