El cine,
el séptimo arte. Desde los principios del cine su controversia a partido desde
el punto de vista que éste debe tratar a la realidad. Los formalistas que
defendían una producción de un cine poético y sugerente, y los realistas, que
defendían al cine como una representación de la realidad. No se puede
establecer cuál de estos teóricos tenia la "verdad absoluta" de cómo debía
ser enfocado el cine y la realidad, puesto que cada individuo, desde mi punto
de vista, busca en el cine un complemento distinto al de otros.
En mi
caso, creo, que la realidad como tal y objetiva, muy difícilmente puede ser
representada aunque pueda tener más o menos grado de verosimilitud. Por otro
lado, ¿Para qué queremos una representación de la realidad? La realidad es algo
que está ahí, que nos acompaña cada día, ¿para qué queremos verla reflejada
también en el cine? Además, cada individuo de esta sociedad tendrá su propia
realidad, y en esta sociedad que en ocasiones peca de intolerante, nos
empeñaríamos en discutir sobre qué realidad prevalece sobre otra.
El cine,
desde mi humilde opinión, no es más que una forma de expresión más, es arte, no
deberían de buscarse más alternativas ni controversias, es un término muy
sencillo. El cine nos hace viajar, nos hace conocer mundos alternativos, con
seres vivos diferentes, nos cuenta una historia. Una historia que no tiene por qué
ser real, ni siquiera basada en hechos reales, puede ser totalmente ficticia,
pero en el momento que esta historia nos haga reflexionar, nos haga sentir,
emocionarnos, ¿Qué más da si es real o no? Ha conseguido su objetivo, y puede
que de alguna forma deje huella en nuestra vida diaria, hasta el punto de
hacernos cambiar algunos aspectos de nosotros mismos. Para mí, entrar en una
sala de cine, es entrar en un mundo paralelo, a veces en busca de viajes, a
veces en busca de reflexiones, y otras simplemente evadirnos de la realidad,
vivir una historia que no son nuestras. Y cuando vuelven a encender las luces
de la sala, sentir como tus pies y tu cabeza, vuelven a tocar el suelo, como
vuelves a ser tú.
Y
siguiendo en esta línea, tengo que defender al maestro Woody Allen, sin duda mi
director y guionista (sobretodo) predilecto.
Y no precisamente porque me cuente cosas improbable, o fantásticas, si no porque
cuenta historias, no reales, pero que podrían serlo. Es capaz de hacer que la
ficción parezca real, pero añadiendo unos giros de casualidades imposibles o poco
probables que viran por completo la historia. Cuenta historias cercanas, de las
que es muy fácil, también gracias a su labor como guionista, sacar una
enseñanza, una reflexión. Porque no es que la historia en sí, sea real o no, es
lo que esa historia, acompañada de esas imágenes y de esa música es capaz de
hacernos sentir.
Ainara
Fernández.
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