En medio del desierto de California, un grupo de personas están
esperando todas juntas para ver una ‘película’. Un contable, se encuentra de
pie en un lateral con un puñado de prismáticos que posteriormente usarán todos
para ver dicha película. Junto a ellos, un desolado camino con varios
especímenes de Sillus Ikeanensis,
propios de la parte sur del estado.
Un coche aparece en la lejanía, conducido por un ex convicto,
que se encuentra bajo los fuertes efectos del LSD, produciéndole alucinaciones
psicotrópicas que hacen que pierda el control del vehículo en varias ocasiones
seguidas, atropellando a todos los Sillus.
Del maletero aparece un Sheriff, que abre con un monólogo la película.
“En la película de Steven Spielberg ‘E.T.’, ¿por qué el extraterrestre es marrón? Ninguna razón. En ‘Love Story’, ¿por qué los dos protagonistas se enamoran perdidamente? Ninguna razón. […] Peor, en ‘El Pianista’ de Polanski, ¿cómo es que este tipo tiene que esconderse y vivir como un vagabundo si sabe tocar tan bien el piano? Una vez más la respuesta es ‘ninguna razón. […] Señoras y señores, la película que van a ver hoy es un homenaje a ‘ninguna razón’, el más poderoso elemento de estilo.”
Con las mismas, el Sheriff se vuelve a meter en el maletero,
y el ex convicto adicto al LSD acelera alejándose rápidamente.
Hasta aquí bien, pero, ahora es cuando empieza el verdadero
entramado técnico, creativo y artístico, haciéndose presentes los grandes
equipos de producción, dirección y guión que se encuentran detrás de esta
maravilla del séptimo arte.
Un neumático abandonado en medio del desierto (cuyo nombre
es Robert), sin ninguna razón, desgastado, corroído y cuarteado debido al sol y
a las altas temperaturas. Uno empieza a identificarse con el neumático, sin
saber muy bien el por qué. En el máximo momento de tensión e incertidumbre de la escena, un leve movimiento del
neumático te provoca un sobresalto, ¿será un animal?, ¿Dugtrio?, ¿se ha
levantado algo de viento?... El neumático se vuelve a mover, otra vez, y otra…
Y como si se tratase de un potrillo, el neumático se pone en pie y empieza a
rodar levemente, levantándose con esfuerzo cada vez que se cae al suelo. Sí,
efectivamente, el neumático cobra vida de la manera más espontánea y gratuita.
Y la cosa no queda así, porque todo el mundo sabe cómo es un neumático que rueda,
y resulta que tiene poderes psicoquinéticos, que emplea para sembrar el pánico
asesinando habitantes de una pequeña comunidad cercana al desierto.
Ya siendo una increíble maravilla de guion, decidieron dar
un paso más, dando una visión deshumanizada de la sociedad, que va a la par con
la evolución de Robert (el neumático), quien cada vez se encuentra más
humanizado e incluso llega a tener sentimientos. Existe también una parte
tierna y dulce, en la que Robert se obsesiona con una bella mujer, a quien
quiere asesinar con sus poderes mentales-cauchoquinéticos. En ningún momento del
largometraje, se deja nada al azar, cuidando de manera exquisita cada uno de
los aspectos y detalles.
Meet Robert
El director de fotografía, introduce primeros planos que
desgarran el alma, en los que se puede observar la falta de pelillos del
neumático, las entradas desgastadas a los lados, las pequeñas grietas y rajas,
todo debido a su antigüedad y uso, llegando a crear un rostro humano de la
manera más abstracta posible. Emocionante y perturbador.
Se produce cierta empatía con Robert, ya que sólo necesita
de atención y cariño por parte de una buena persona, y nadie quiere tratar su trastorno
por déficit de atención con hiperactividad. Florecen los sentimientos. Y la
metábasis súbita, es digna de ser estudiada.
La película es altamente recomendable y personalmente le
daría una nota de cuesco/10, no entiendo por qué hay tanto gafapasta que le da puntuaciones
negativas en páginas como filmaffinity o IMDB. No tiene nada que envidiar a
superproducciones de grandes directores. Y, claramente, es uno de los mayores
ejemplos del cine ‘sin ninguna razón’, y no por ello deja de ser una auténtica
obra maestra.
- Película: Rubber (2010)
- Película: Rubber (2010)
.- Oscar de la Rosa Carnota
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